Maryse pasó su infancia en la isla caribeña de Martinica antes de mudarse a Francia y, finalmente, al Reino Unido. Esta mezcla de inspiración cultural forma el hilo que une su trabajo. Comenzando con una paleta de colores vibrantes, Maryse intenta evitar verse limitada por ideas preconcebidas de lo que debería ser la pintura y, en cambio, permite que la obra sea una extensión de sus emociones y sueños en ese momento. 

Maryse a menudo usa aceites y acrílicos, y ocasionalmente presenta materiales más inusuales que van desde el serrín hasta el pan de oro. Este enfoque se presta a una amplia gama de formas y texturas, a menudo agregando un elemento táctil al lienzo que invita al espectador a involucrarse con la pintura.

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Viviendo sola durante el pico del encierro, Maryse se mantuvo en gran parte aislada del resto del mundo y encontró consuelo en su arte. Habiendo sido anteriormente costurera con un interés temprano en el crochet, Maryse buscó recrear este efecto de crochet en el lienzo. Es este uso tan inusual de colores brillantes junto con pintura gruesa y líneas de corte profundo lo que se ha convertido en su estilo característico embriagador.

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Siempre he querido hacer cuadros por los que sea imposible pasar, cuadros que llamen y llamen tu atención. Cuanto más los miras, más satisfactorios se vuelven para el espectador. Cuanto más tiempo le dediques a la pintura, más recibirás. El espectador es un ser vivo que respira y se mueve en el espacio y quiero que la pintura se experimente así. Quiero que mi pintura imite la vida de esa manera. Quiero que la experiencia de mirarlo sea muy parecida a la experiencia de caminar a través de un paisaje más grande ...